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viernes, 12 de noviembre de 2010

¡Arriba el Telón!

Todos alguna vez nos hemos parado o nos hemos quedado mirando atentos a los movimientos de un mimo que trata de decirnos algo y que no siempre logramos entender lo que nos está queriendo decir; o ante la mirada de una estatua viviente que desde su peculiar personaje al que hoy le toca interpretar vive con la esperanza de que le echemos una moneda; o ante la voz de algún cantante o músico que con su arte quieren que pasemos un buen rato, así como otros muchos : bailarines, caricaturistas, actores, humoristas... todos ellos son: artistas de la calle.


La mayoría tiene un gran talento pero por diferentes circunstancias no pueden demostrarlo en un teatro u otro tipo de espectáculo como a casi todos les gustaría, por lo que se ven obligados a realizar su mejor función día tras día en una plaza, en el metro, en un rincón de alguna calle, o incluso en un semáforo mientras esperamos que se encienda la luz verde para poder seguir nuestro camino, un camino que para ellos, es siempre el mismo, y frente a un duro público que no siempre está dispuesto a regalarles una sonrisa y a darles esa moneda que tanto necesitan.
Para muchos de estos artistas es su forma de vida, su manera de llevar dinero cada día a casa, esas monedillas que a veces le echan los ilusionados y emocionados niños, son las que hacen que cada día puedan sobrevivir. En cambio, otros, lo compaginan con otro tipo de trabajo o lo realizan en su tiempo libre por gusto y no por necesidad; pero ambos suelen aspirar a encontrar o a que les descubra un productor que les ofrezca un trabajo en condiciones, más cómodo y con un sueldo fijo y otros, además de por necesidad por demostrar el arte que llevan dentro, y de paso ganarse una mirada, una sonrisa, y un aplauso del público que les anime a continuar.

Cada vez es más habitual encontrar alguno de estos espectáculos en cualquier lugar, pero sin duda aquellos con más afluencia de gente son los preferidos por estos artistas. Es el caso: de ferias, eventos culturales o el centro de principales ciudades como Madrid. Las Ramblas de Barcelona, es otro escenario típico de gran fama a nivel nacional e internacional, donde en la calle dividida en 5 tramos el paseante puede encontrar desde puestos de flores, kioscos o suvenir y a los mejores artistas callejeros de todo tipo, peor en especial a pintores y caricaturistas.
Entre estas calles, nos encontramos con una estatua viviente que lleva representando el mismo papel hace ya 15 años, es un argentino, de 37 años que tiene bajo sus espaldas una gran trayectoria como actor y especialmente de mimo, y también como estatua viviente. Actualmente interpreta “Don Quijote de la Mancha”, se sube a su pedestal y va cambiando de postura cuando cae alguna moneda. “me encanta cuando los niños se acercan a mí y algunos me miran asombrados, mientras que otros se acercan con miedo, como si fuera un caballero con armadura de verdad”. Por eso “tengo que ganarme al público cada día”. Este actor, interpreta a este papel que le ha dado tantas alegrías por diferentes ciudades de España por lo que vive y viaja en una autocaravana donde guarda y mantiene a buen recaudo la armadura de su personaje.

Las estatuas vivientes hoy en día ya forman parte del decorado de nuestra ciudad, conviven con nosotras y llaman la atención por los curiosos personajes que cada día están encima de ese pedestal de cualquier calle. Su origen se remonta a una práctica de la Grecia Clásica, consistente en disfrazarse de estatua para espiar al enemigo sin ser visto. Pero también se tiene constancia de que en el Antiguo Egipto ya se practicaba esta especialidad de teatro. Hay dos tipos de estatuas, las clásicas, que son estáticas en una sola pose o dos, y las de performance, que combinan el estar inmóvil con baile, música o algún movimiento cuando alguno de los espectadores les regala un minuto de su tiempo y les echan alguna moneda.

Para desempeñar este arte, muchos practican técnicas de relajación, meditación o yoga. “Primero, necesito concentración, relajar el cuerpo y meterme en el papel que se está interpretando”. También, es necesario que estas personas tengan distintas cualidades para poder realizar correctamente su papel, y es conveniente disponer determinadas dotes para conseguir que el maquillaje y el vestuario sean lo más atractivos para el público que les observa, y que su personaje sea lo más creíble posible.

Nuestro particular Don Quijote se levanta a las siete de la mañana, y tras el desayuno y si el frío le permite salir a correr, realiza ejercicios de yoga y estiramientos durante media hora. Después saca a relucir su armadura que dará vida al Caballero de la Mancha, se vestirá, pintará, peinará e irá en busca del mejor público para demostrar lo que mejor sabe hacer. Para entonces ya serán las nueve de la mañana. “Cuando encuentro el mejor lugar donde colocarme empieza el miedo”. Dice que es un miedo a que no caiga la moneda, pero al caer la primera se relaja. Afirma que los turistas son quienes más dinero dejan, “lo intuyo por el sonido al golpear el bote, que es más fuerte”.

Recreando sobre su piel materiales imposibles como el oro, la plata, e incluso la madera, así como diferentes pinturas, purpurina y otros materiales, aguanta durante horas y horas, mirando al horizonte, sin casi pestañear las curiosas miradas de los transeúntes. “Es complicado mantenerse ahí con un calor tremendo y que no se te vaya la pintura o se despegue algo de vestuario, y sobre todo mantenerte quieto como si fuera una auténtica estatua petrificada” solo me muevo cuando me echan alguna moneda.

Pero ganarse la vida como estatua viviente no es un camino fácil. Este argentino comenzó en su país natal su carrera como actor participando en varias obras de teatro y espectáculos, continuó estudiando la especial de mimo, y también acudió a diferentes clases de baile. Después de intentar durante años hacerse un hueco como actor decidió venir a España, para intentarlo aquí. “Es muy importante en esto el factor suerte, que alguien se fije en ti” Por eso añade, que mientras buscaba un trabajo más estable, decidió salir a la calle a buscarse la vida con lo que mejor sabía hacer. “Empecé por hobby, y después poco a poco se ha ido dando la necesidad, y ahora ya lo tengo como un trabajo”.

Además de ser don Quijote ha interpretado a otros personajes como: el conde Drácula, duende, torero, payaso…Pasa temporadas por el mismo sitio donde convive con otros artistas callejeros “Al final somos como una gran familia”.
No nos hemos de olvidar que detrás de ese mundo mágico, de esa sonrisa fingida, y esos ojos pintados, se esconden historias y personas reales, que ven en este trabajo, como la única forma de poder salir adelante. Por eso, reivindican ser consideradas un arte, y no mendigos de categoría como generalmente se les juzga. El cuidado del vestuario y el maquillaje corporal, la puesta en escena, la respiración, cada gesto y cada movimiento y, en especial, todas las horas de trabajo a la intemperie, son razones suficientes para que este oficio sea visto con mayor respeto y consideración.

El éxito de las estatuas vivientes se debe, posiblemente, a la sensación de misterio que genera en el espectador la presencia de una persona ajena a lo que ocurre en la calle, aparentemente ausente de la realidad. A veces no reparamos en ellas, pero están ahí. Desafían las inclemencias del tiempo, provocan la sonrisa, el grito, la lágrima, contagian la melancolía, congelada en sus gestos, a ese público que sin él no son nadie.

En definitiva, no hay más que salir a la calle, y encontrarnos con hadas, momias, don quijotes, o superhéroes y darnos cuenta que detrás de esas ganas de divertir a la gente, se encuentran personas que como medio de vida, muestran lo que mejor saben hacer, y que como notros tienen problemas, preocupaciones, alegrías…así como sueños que algún día esperan cumplir. Son artistas de la calle.

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